martes, 8 de junio de 2010

Historia
Ruina de los Quilmes
Ruinas de los Quilmes
Ruina de los Quilmes
Casa de Obispo Trejo
Iglesia de Tucumán
Interior de casa de la independencia

El nombre de "Tucumán" conllevó a lo largo de toda la historia gran resonancia, los indígenas con su clamor contra la conquista española, la vinculación con el oro de las Indias que le otorgaron los primeros españoles, su mítica ubicación como la "tierra del oro blanco", demostraron que estas tierras ejercieron siempre un gran poder de atracción. El Tucumán de los tiempos de la conquista abarcaba un vasto territorio, comprendía desde Córdoba al norte, hasta la Quebrada de Humahuaca, actual territorio comprendido dentro de la región noroeste de la República Argentina, región donde se asentaron los pueblos diaguitas, los más avanzados del sur del continente, poseedores de una agricultura del riego, un fino arte de la cerámica y de los textiles y una extensa percepción del mundo y del más allá. Durante el período colonial "Tucumán" fue el centro demográfico, económico y comercial del Río de la Plata; ya que constituía la ruta obligada desde y hacia el Alto Perú. Más tarde, al quebrarse los lazos coloniales, las provincias debieron mirar hacia el Atlántico. Tucumán fue poseedor de un gran crecimiento económico basado en la explotación azucarera en las primeras décadas del presente siglo. La Ciudad capital y la provincia toda albergaron a una importante inmigración y consecuente mezcla de razas, la cultura y costumbres de la ciudad se convirtieron en cosmopolitas perdiendo su raíz norteña, provinciana y andina.

Antes de la llegada de los conquistadores, la región estaba habitada por distintos pueblos indígenas: los diaguitas-calchaquíes, asentados en toda el área montañosa del oeste tucumano; y hacia el este de la provincia pueblos menos evolucionados como los lules y vilelas. Los primeros se dedicaban al cultivo del maíz, el zapallo y la quinoa en un complejo armado de andenes y terrazas dotadas de un avanzado sistemas de irrigación. Eran hábiles tejedores y alfareros, las materias primas para sus telares la obtenían de los guanacos, llamas y vicuñas, que además le proporcionaban carne y leche. Una incipiente actividad minera les proveía de armas y utensilios. Se organizaban bajo la dirección de un cacique, pese a ser pacíficos, hacían uso de sus armas cuando veían amenazados sus territorios. Los lules habitaban a orillas del río Salí y vivían de la caza y la pesca, eran adeptos a la danza y la música, eran muy buenos guerreros y se destacaban por su ferocidad.

Los primeros europeos que incursionaron este territorio fueron Diego de Almagro, quien camino a Chile en 1535 atravesó los Valles Calchaquíes; el mismo recorrido hizo años más tarde Diego de Rojas para establecer un nexo entre Lima y la costa atlántica avanzando por las llanuras orientales, pero su emprendimiento se vio frustrado al encontrar la muerte en una flecha envenenada. En 1549 Juan Nuñez de Prado, también procedente del Perú penetró en el territorio de Tucumán y levantó el primer asentamiento denominado: ciudad de El Barco. Esta ciudad fue trasladada dos veces de sitio. La segunda vez se instaló definitivamente a orillas del Río Dulce, con el nombre de Santiago del Estero, convirtiéndose en la primera población hispana estable de la provincia de Tucumán, Juríes y Diaguitas, creada en 1564 y gobernada entonces por Francisco Aguirre. Para contener los ataques de los diaguitas, el gobernador Aguirre encomendó a su sobrino Diego de Villaroel la fundación de un nuevo asentamiento en la salida de los cordones montañosos del Aconquija y, asegurar así la protección de los caminos que avanzaban por los llanos. En 1565, nació San Miguel de Tucumán, bajo la invocación del "arcángel San Miguel". Fueron varios los fundamentos para establecerse en la región: la fertilidad del suelo, apto para sembradíos, las bondades del clima y la aparente mansedumbre de los pueblos indígenas que la habitaban. En ellas se llegaron a registrar 250 habitantes que explotaban la zona con el cultivo de algodón, la cría de mulas y vacunos y la explotación de maderas Sin embargo, hacia 1630, un levantamiento calchaquí puso fin a tanto esplendor. En las llamadas guerras Calchaquíes, los indígenas fueron prácticamente diezmados. Al hostigamiento constante de los indígenas se le sumaba la calidad del agua, a la cual se le atribuían enfermedades como el bocio. Una orden real autorizó el traslado de la ciudad a su actual emplazamiento, el teniente gobernador Miguel de Salas y Valdés la refundó en 1685. En esa época, Tucumán abarcaba además de su actual territorio, unos 700.000 km2 donde su ubicaban las ciudades de Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero y Córdoba. Cuando en 1776 se creó el Virreinato del Río de la Plata pasó a formar parte de él y siete años más tarde se integró a la provincia-intendencia de Salta.

Tucumán se hizo eco de los acontecimientos de Mayo ocurridos en Buenos Aires en 1810. Se convirtió en escenario de hechos fundamentales de la historia argentina, prestando apoyo a Belgrano en la batalla de Tucumán, o siendo sede del Congreso que declaró la Independencia de la patria el 9 de Julio de 1816.

La provincia no volvió a sufrir en forma directa los avatares de la guerra de la independencia, pero los conflictos civiles se encargaron de ensangrentarla. En 1819, el general Bernabé Aráoz se puso a la cabeza de la gobernación y un año después proclamó la República de Tucumán, que incluía dentro de sus límites a Santiago del Estero y Catamarca. El enfrentamiento entre Aráoz y Güemes culminó en 1821, cuando los tucumanos derrotaron a las tropas de Salta y Santiago del Estero. Pese a ello, Abraham González, el jefe del ejército vencedor depuso a Aráoz. Catamarca y Santiago del Estero obtuvieron su autonomía, quedando la provincia reducida a sus límites actuales. Los conflictos internos permanecieron en la provincia por la lucha de poder, protagonizada por Bernabé Aráoz, Diego Aráoz y Javier López. Tras años de choques entre unitarios y federales, la victoria federal favoreció el encumbramiento de Alejandro Heredia, quien se perpetuó en el poder hasta 1838, año en que fue asesinado. Tras una nueva lucha de poderes, después de la caída de Juan Manuel de Rosas, el gobernador federal Caledonio Gutiérrez se sumó a las filas de la Confederación y Tucumán se vio arrastrada a nuevas convulsiones políticas y militares, entre las cuales se destacan varios enfrentamientos con las provincias limítrofes. En las décadas posteriores en la provincia se sucedieron varias revoluciones como la encabezada por el caudillo Angel Vicente Peñaloza, apodado Chacho, contra el centralismo porteño; y el levantamiento de Felipe Varela entre otros. Hacia 1880 en la provincia de Tucumán comenzó a reinar el orden jurídico y constitucional.

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